El Cardenal Richelieu (Francia), al tener conocimiento del arresto de su fiel amigo el Obispo de Tréveris, mandó invadir Luxemburgo (Unión de Arrás – Flandes español) por el Ejército francés, éste se dirigió sobre Thionville.
El Tercio de nuestros ancestros formó parte del Cuerpo maniobrero del Príncipe Tomás de Saboya, que sólo tenía diez mil infantes y tres mil a caballos… El Ejército contrario contaba con el doble de fuerzas en ambas Armas.
El día 13 de mayo de 1635 llegó el Príncipe Tomás de Saboya hasta Avein (Avins), cerca de Lieja y a unos 17 km. de Namur. Nuestro jefe, de manera imprudente y sin hacer caso a las advertencias que recibía de su Cuartel General, fue en busca del enemigo. Después de haber realizado nuestro Ejército una marcha de aproximación durante cuatro días completos, las tropas españolas y sus aliadas fueron colocadas sobre unas colinas pobladas de setos, frente a un estrecho valle, con la Caballería por la planicie en escuadrones, detrás quedaba el río Hoyoux.
A las tres de la madrugada del día 20 de mayo atacó, de manera temeraria, el Príncipe… la Caballería aliada y la nacional, agobiada por la numerosa del contrario, cedió las posiciones alcanzadas y no quedó más remedio que ordenar el repliegue general a la línea de setos, donde se empezaron a deshacerse los escuadrones, estos fueron envueltos y sufrieron, por todas partes, una carga de la Caballería e Infantería francesa que acabó desbaratando con facilidad a las fuerzas replegadas. De la Infantería propia sólo pelearon nuestro Tercio, al mando del Maestre de Campo D. Alonso Ladrón de Guevara, y el italiano de Sfondrati que tenían por misión el mantener el orden y cubrir la retirada; para ello se le ordenó al Sargento Mayor de nuestro Tercio, D. Antonio de la Rúa, que formara un escuadrón volante con tropa de todas las naciones, con esta poca gente comenzó el combate.
Nuestros soldados lucharon con gran valor para mantener elevada nuestra reputación ya que la victoria no era posible. Se vieron obligados a refugiarse para vender cara su existencia, rechazando cinco cargas con picas y espadas; vendiendo cara sus vidas ya que no podían triunfar tras la retirada a la que se vio forzada nuestra Caballería y a la retirada de los Tercios de walones y alemanes que estaban en retaguardia. Sacrificaron sus vidas hasta mil doscientos hombres de nuestro Tercio y del italiano, entre ellos la mitad del número total de sus capitanes. El Príncipe Tomás de Saboya estuvo luchando entre las filas de nuestro Tercio hasta que, viendo todo perdido, le persuadieron para que se retirara.
Nuestro Maestre de Campo cayó prisionero y no fue liberado hasta el mes de noviembre de ese mismo año; murieron los capitanes de nuestro Tercio:
- Francisco Bellvis.
- Juan Ramírez.
- Gabriel Cobos de la Cueva.
- Diego de Guipúzcoa.
- Diego Dávalos y Toledo.
- Diego Chazar.
- Diego de Contreras y Grao de Rivas.
- Pedro de Ayala.
Los capitanes reformados y agregados:
- Juan de Ayerbe.
- Miguel de Riaño.
- Pedro Suárez.
- Sebastián Saña.
- Pedro de Salazar.
Quedando prisioneros los capitanes efectivos:
- Fernando de Santiago.
- Luis del Barrio.
- Diego de Zúñiga
- Juan Asensio.
- José de Saavedra y Ulloa quien, defendiendo heroicamente su puesto, mostró un valor inaudito el día 20 de mayo cuando recibió trece heridas. Fue apresado y rescatado en el mes de noviembre del mismo año. De este Capitán sabemos que: “A finales de 1629, contando con diecisiete años de edad, marchó a Flandes en la comitiva del Maestre de Campo D. Diego de Mejía, Marqués de Leganés, cuñado de su madre por su segundo matrimonio, y comenzó a servir de voluntario, a su costa, muy probablemente en nuestro Tercio. Se asentó de soldado en el Tercio de D. Alonso Ladrón de Guevara, donde ascendió a Capitán. Tras regresar a España en 1636, con patente de Capitán de caballos, levó un Tercio de Infantería que condujo nuevamente a Flandes a finales de 1637.
También fueron apresados los capitanes reformados:
- Fernán Arias de Saavedra.
- Diego de Goñi.
- Álvaro Pérez de Navia.
Quedó cautivo, entre otros mandos, nuestro Maestre de Campo D. Alonso Ladrón de Guevara.
Nuestras tropas aliadas sufrieron tres mil muertos, ochocientos prisioneros. Cayeron en poder del enemigo con todas las banderas, cajas de guerra y bagajes. El valor y la desesperación hicieron heroicidades, pelearon todos como bravos, diezmando las filas francesas. Puede decirse que la acción del 20 de mayo fue de las más funestas que ha sacudido a este Cuerpo, célebre por su serenidad y valor…
El Tercio quedó prácticamente aniquilado. Sus restos se retiraron, a las órdenes del Capitán D. Alonso Pérez de Viveros y Menchaca. En Lieja se apiadaron de nuestros soldados, allí les dieron cobijo, curaron sus heridas y ayudaron a muchos a escapar de caer presos de los franceses.
Franceses y holandeses presionaron sobre los dominios españoles en Flandes. El día 27 de mayo se unieron las fuerzas de nuestros enemigos en las proximidades de Maastricht y fueron a buscar enfrentamiento contra nuestras mesnadas que, percatándose de los peligros que se corrían en aquellas provincias, habían emprendido un desplazamiento a una zona más segura, tomando posiciones cerca de Lovaina, en la desembocadura de los ríos Djile y Voer, buscando esta línea como obstáculos naturales y levantando fortificaciones.
Desde Avins, las tropas del Príncipe Tomás de Saboya continuaron y llegaron, el 30 de mayo, a la línea anteriormente mencionada, donde socorrieron a la guarnición de esta Plaza de las constantes acometidas del Ejército francés.
Llegaron las huestes enemigas a las proximidades de la Plaza de Thillemont, ciudad que fue sitiada por el enemigo y donde los franceses cometieron las mayores crueldades. Paradójicamente, después de estos enfrentamientos, el día 06 de junio firmó un edicto, el Rey de Francia, con el que declaraba la guerra a España.
El día 20 de junio, los nuestros abandonaron estos puestos de Lovaina y se retiraron sobre Bruselas, soportando el acoso de numerosas escaramuzas enemigas. Nuestro Rey, Felipe IV, tomó la determinación de mantener y conservar las plazas de Lovaina (dejaron a 5.000 hombres), Malinas y Bruselas. Los franceses atemorizaron a las ciudades de Artois, Henao (Hainaut) y Cambray (Cambrai). El día 24 de junio, el Gobernador de los Países Bajos el Cardenal-Infante de España D. Fernando de Austria, declaró la guerra a Francia.
Reforzado nuestro Ejército con el imperial, avanzó nuestro Tercio con el Cuerpo del Marqués de Aytona (04 de julio) a los alrededores de Malinas, en cuya ciudad se completó nuestro Tercio con los reclutas llegados de España al Puerto de Dunkerque. Los soldados franceses, víctimas del hambre y de la relajación, empezaron a abandonar sus filas; de manera que se disolvió, por sí sola, la Liga de fuerzas galas y con ellas se desvanecieron por entonces las esperanzas de los enemigos del Rey de España.
Asistieron al sitio de Diest (Dieste en español; provincia de Brabante), que se rindió el día 11 del mismo mes. Allí permanecieron, sin moverse, porque no se podía perder la atención a la guerra declarada contra Francia, particularmente porque algunas de sus tropas acosaban a Artois y a Henao (Hainaut). Por otro lado, también tenían que proteger la ruta de abastecimiento que se encontraba en sus proximidades.
Otra parte de nuestro Ejército, a las órdenes del II Duque de Lerma, emprendió las operaciones en el Mosa: ocuparon la isla de Stewensweert (Provincia de Limburgo) para poner en jaque al Ejército enemigo que se había retirado a Ruremonde, villa que se encuentra a unos 17 Km. de la citada isla, y parte de su tropa se apoderó, el día 28, del fuerte de Schenck en la isla de Belwar.
Nuestra Unidad, a las órdenes del Marqués de Aytona, desde Dieste pasó al campo de Gock, en donde estaba el Ejército con el Cardenal-Infante, y participó en el ataque y toma del fuerte de Genape (27 de septiembre). Por último, sobre el día 10 de noviembre recibió la orden, nuestro Tercio, para acuartelarse en el país de Limburgo, tomando alojamientos en los pueblecitos y caseríos del mismo. Unos días antes, a finales de octubre, pasaron dos compañías de nuestra Unidad al Ducado de Güeldres.
Bernabé de Vivanco: “Historia de Felipe IV Rey de España”.
Guido de Bentivoglio: “Las guerras de Flandes desde la muerte de Carlos V hasta conclusión de la Tregua 12 años”. Año 1687.
Jerónimo Camarenhas: “Sucesos de la campaña de Flandes del año 1635”.
Conde de Clonard: “Historia Orgánica de las Armas de Infantería y Caballería españolas”.
Historial del Regimiento de Infantería Soria nº 9, edición del año 1909.
Germán Segura García y Hugo Vázquez Bravo: “Atlas ilustrado… Los Tercios españoles en Flandes”.
Jean Carpentier y François Lebrun: “Breve Historia de Europa”.